sábado, 15 de agosto de 2015

Cajas para príncipes azules que ahora guardan ranas

Hace unos días decidí abrir una nueva caja para guardar las cosas. Ya no sé cuantas he comprado pero necesito espacio nuevamente.  Sigo poniendo tapas y guardando a las ranitas que han quedado de mis príncipes. Yo no puedo tirar nada. Mi madre siempre me riñe por acumular cosas que ya no utilizo pero… ¿Quién sabe? Si tengo las cosas bien organizadas siempre puedo volver a ellas para recordar lo que me han enseñado.

Que ningún nuevo principito pretenda que tire mis recuerdos porque cada vez que pongo la tapa a una  caja es porque algo especial ha ocurrido ahí. Y mi caja es mía. Mi rana es mía. La quiero cerca de mí y en buenas condiciones. Nunca he entendido las derrotas, las canciones que te dicen que quemes las cosas, que cierres la puerta y no te rompas el cuello por mirar atrás. Yo miro atrás cuando lo necesito. Sé que la caja está cerrada pero no puedo quemar recuerdos que nacieron como partes de mi futuro.

“Pobrecita/o, con lo buena/o que es y no encuentra...”, "25 años y para vestir santos”  Hasta yo he llegado a hablar así cuando mi hermano no encontraba novia “Ay mamá…que el pobrecito se va a quedar soltero”. Menos mal que con los años he madurado mi opinión sobre el tema. A los que todavía os compadecéis os digo: ¡Asustaros!  Los singles tenemos una vida oscura que nos lleva a filosofar en blogs, encerrarnos en nuestras aficiones y sumar nuevos amores cada año. Dícese también que somos muy exigentes. Pues también. Muy mucho. Es nuestra vida y somos felices con ella. Y si algo no nos aporta el 100% lo cambiamos.

No tengo príncipe todavía pero quiero a todas mis ranas. Mucho. No sé cómo me las apaño pero es cierto que las quiero a todas. Se me van acumulando los cafés de “cómo te va la vida”. Estoy totalmente en contra de dramatizar los fracasos amorosos. No entiendo esas guerras, esas discusiones con personas con las que un día te has imaginado envejeciendo.

¿Por qué no voy a guardar mis recuerdos?  Los guardo (y con mucho cuidado). Envuelvo los trozos de mi vida y los organizo en mi espacio. Nunca rompo nada. Nunca tiro nada. Quiero quedarme con todas las cajas. Todas están llenas de efímeras historias de amor eternas. Efímeras porque he tenido que cerrar la caja. Eternas porque si no las hubiese sentido así no habría comprado una nueva caja para ellas.

Guardo sonrisas que han sonreído a mi sonrisa en el otro lado de la almohada. Canciones que han viajado de teléfono a teléfono. Canciones a todo volumen en tu coche. Canciones en mi cama. Canciones en nuestra cama.

Atardeceres en la playa, paseos con atardeceres en la playa, paseos. 

Sonetos, aeropuertos, sueños. Estaciones de tren. Destinos de vacaciones increíbles y destinos que se han quedado en meras ilusiones. Abrazos. Reencuentros y despedidas. Abrazos. Noches en vela y mañanas de sueño. Días bajo las mantas. Silencios cómodos y charlas atropelladas.

La paz de la confianza y las mariposas de la nueva ilusión. Estrellas a través del cristal de tu coche, de nuestra ventana en el techo. Noches de 5 estrellas en una tienda de campaña. Los besos que he dado en años y los besos que he podido llegar a dar en una primera noche. Miradas prohibidas en horas de trabajo. Miradas especiales. Imágenes, momentos, sensaciones …etc etc etc.

¿Cómo no voy a guardar todo eso?


Todo cuenta y todo enriquece. No restes cosas que tú has querido incorporar a tu vida. Alégrate de haber sumado y no te preocupes por acumular mucho. Siempre se acaba encontrando más espacio.

Pondría muchas bandas sonoras a esta actualización... Finalmente he decidido quedarme con la paz que transmite mi querido Andrés en esta canción.  La misma paz que deberíamos ofrecer a las personas especiales que pasan por nuestras vidas.

https://www.youtube.com/watch?v=7t_VI-yvA6s

Iria

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