Además estos planes son geniales para que nos vayamos conociendo. Es
más, después de 10 años creo que todavía no conozco a la perfección tu forma de pasear;
esa manera en la que escoges restaurante, los destinos económicos a los que
hemos viajado, las 100 cafeterías que hay en la ciudad, los rincones en los que
esconder nuestro coche (el tuyo O el mío)
y así disfrutar de la emoción de que alguien nos vea. Una eterna fantasía… ¿Qué
más quiero?
Lo que más me seduce de ti son esas ganas de ahorrar para
comprar una casa en la que tener churumbeles sin agobiarnos por el dinero. Lo nuestro es una relación sólida. De esas
que duran toda la vida. Lo supe desde el día en que me presentaste a tus
padres. Esto es amor del bueno. Te conozco adolescente, maduro, pero tienes
razón, puede que a partir de los 30 nos entre un viento del este y dejemos de
aguantarnos. Es mejor que nos conozcamos más por si algo va mal. Lo importante
es que nos llevamos bien, estamos enamorados y viviremos en una casa súper
bonita. Felices y tranquilos de que será para siempre.
No entiendo por qué a veces no me siento feliz. Lo bueno es que lo
pienso fríamente y me doy cuenta de que eres el hombre de mi vida. Tengo que
agradecerte muchos detalles, las llamadas por la noche, que sueñes futuros
(lejanos) conmigo, las reuniones familiares en las que te muestras orgulloso de
mí… Sólo tengo que tranquilizarme y pensar que dentro de otros diez añitos
tendrás claro que soy la mujer de tu vida. Y entonces sí. En ese momento no
querrás separarte de mí ni una noche. Aunque hasta ahora te bastasen los cuatro
fines de semana en los que amanecíamos en nuestra (la tuya O la mía) cama
compartida.
Esto lo siento, lo observo, lo miro, me pone nerviosa y
grito: ¡¡NOOOOOOO!! ¡No pienses en frío! ¡Piensa en caliente!¡El amor es otra
cosa!
Escribo esto para que no sigas dándome amor de domingos por
la tarde. Para que no lo intentes si es que aún no te has cruzado en mi vida.
Te lo agradezco, pero con los años he ido reduciendo la fecha de caducidad de
mis citas. Las esperas las dejo para las consultas médicas y las bolsas de
viaje me las reservo para ir al gimnasio. No necesito tu amor de domingo si no
me despierto los miércoles a tu lado. Tampoco necesito tus llamadas al final
del día si no podemos tirarnos en NUESTRO sofá de IKEA (tuyo Y mío) a contarnos
cómo ha ido el día.
Tranquilo. No pasa nada. Estoy pensando en qué hacer
mientras: Si esperarte a la salida del trabajo para cenar juntos o enamorarme
tres o cuatro veces más mientras tanto.
A ver si pienso en frío un día de éstos.
A ver si pienso en frío un día de éstos.
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