viernes, 29 de mayo de 2015

Si decides...

Si decides escapar, hazlo. Pero hazlo rápido, sin volver la vista atrás, porque basta con una mirada de reojo a tus espaldas, con un leve giro de cabeza, para que tus pies se paren en seco y la huida termine en el segundo posterior a haber empezado.

Si decides quedarte, hazlo. Pero no vuelvas a dudarlo. Así son las cosas por aquí, o todo o nada. Órdago a la grande.

Si decides quererme, quiéreme. De verdad, sin retoques, al natural. Porque las cosas más reales son así, libres de conservantes y colorantes. Y hazlo hoy pero mañana también. De nada sirve un amor con fecha de caducidad.

Si decides luchar, adelante. No hay nada mejor que una buena lucha, metafóricamente hablando. Una lucha por la vida, lo primero. Una lucha por ti mismo. Por tus ideales, por tus sueños. Una lucha por no creerte todo lo que sueñas, pero confiar en todo lo que haces. Una lucha sin armas, pero con la fuerza suficiente para derrumbar muros si es necesario. Lucha.

Si decides abandonar, piénsalo. Una retirada a tiempo es una victoria, decían los grandes perdedores de la historia. Abandona con la cabeza alta, eso sí, siempre que tu juego haya sido limpio. Los faroles nunca me han gustado.

Si decides confiar, agárrate. Es como cerrar los ojos en una montaña rusa sin saber si el cinturón está abrochado o no. Respiras. Confías. Y que sea lo que tenga que ser. La confianza es un arma de doble filo si la has regalado por doquier. Tranquilo, esto va a prueba y error.

Si decides reír, hazlo bien alto y fuerte. Sonríe igualmente. Me encanta caminar por la calle y ver a la gente sonriendo. Hace que mis labios se curven también. Como decía una vieja canción, ríe cuando puedas y llora cuando lo necesites. Así que sí, llorar también es una opción.


Si decides decidir, acierta. Y no te olvides de llevarme contigo.

Jesica

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