jueves, 21 de mayo de 2015

Alternativa (realista) al Carpe Diem

Futuros a lápiz…

¡Déjate de presentes y vive mil futuros!

Esto es lo que yo me planteo: no vivas el presente, vive el futuro y reinvéntalo si es necesario. Voy al revés del mundo. Al revés de Paulo Coelho y de todos los sabios que defienden el carpe diem como sinónimo de felicidad. Reconozco que está muy bien eso de vivir el presente, es maravilloso: ¡Vive el presente y Dios dirá! (no te desesperes si ves que Dios no te dice nada). Pues eso… que suena muy bien pero que a mí no me funciona, siempre necesito soñar un poco de futuro. Si alguien ha conseguido vivir sólo de presente que me explique cómo lo ha hecho. Creo que de una manera u otra todos seguimos adelante pensando en un futuro, persiguiendo metas, sueños. El error es pensar que esa meta es el único destino posible.

He comprobado que lo de vivir en pasado tampoco trae nada bueno y por eso llevo años intentando mirar al futuro. A muchos futuros. Y a muchos más que vendrán. Creo que cuando se dice que no es bueno planear demasiado es porque no sabemos hacer planes a lápiz. El error está en dibujar un esquema de vida con rotulador permanente, con sumo cuidado para que todo salga perfecto. Si de pronto algo no encaja, desechamos todo nuestro trabajo y sentimos el fracaso. Tiramos el folio y nos arrastramos hasta que rescatamos las ganas y con el grito de “carpe diem” cogemos otro papel. Mientras nos arrastramos, sufrimos, nos lamentamos y… ¡Perdemos el tiempo! Lo mejor que puede pasar es que acabemos deduciendo que “Es mejor vivir en presente y no dibujar más futuros”.

A mí me gustan los futuros. Llevo años esforzándome en reinventar el carpe diem. Soy impulsiva. No necesito casi nada para que la ilusión inunde mis días de sonrisas. Vivo de estos futuros a lápiz. Hace tiempo me dieron un consejo que no cumplo demasiado: “Nunca puedes olvidarte de que todas las decisiones que tomes tienen sus consecuencias y después hay que afrontarlas” Durante un tiempo pensé que debía de ir por la vida con más cautela pero ahora sigo otro principio: “Tomar una decisión tendrá unas consecuencias, pero no tomarla tendrá otras” ¡Dicho lo cual! Haz lo que sientas, tendrás que afrontar consecuencias en ambos casos.

Yo no solo dibujo un esquema a lápiz. Dibujo el esquema, le añado palabras, fotos, imágenes, le pongo lucecitas de colores e imagino mi vida a diez años vista. Eso sí, sabiendo que todo es de poner y quitar. Soy consciente de que lo remodelaré unas mil veces. Hacer lo que siento me ayuda a no lamentarme de lo que he dejado de hacer. Si llego hasta algún sitio da igual las razones que me hayan llevado allí, el caso es que estoy en un nuevo futuro y algo bueno me traerá.

Hace tres años decidí independizarme en los veinte minutos que tardé en tomarme una caña. Comenté al de enfrente que me encantaría vivir en Coruña y me dijo: “Entonces… ¿Por qué no te buscas un piso y te independizas?” ¡Pues claro! ¡Ala! Así de sencillo… ¿Por qué no se me había ocurrido a mí? Esa noche miré pisos y en una semana estaba sentada en este mismo sofá desde el que escribo ahora. Han pasado tres años. Cientos de bolsas de viaje y una gran maleta en la que quise apretar la ropa de mi armario en dos ocasiones.


Esta vez será la primera en que cierre la puerta con llave. Hace unos meses tomando otra caña (hay que ver las consecuencias de las cañas) una amiga me sacó un billete de avión con su móvil. Al volver de mi viaje me sentí en la necesidad de coger el lápiz y darle unos retoques a mi plan de futuro. Llevo meses añadiendo detallitos y cargándome de ilusión. Ese futuro cercano me ha valido más que muchos carpe diem. Ahora me toca seguir dibujando. 

Eso sí, con la goma en el bolsillo por si las moscas.


Iria

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