Panadería, cafetería, pastelería...Usos varios.
Comparto café con dos mujeres más. En realidad no lo
comparto, cada una ocupa su mesa pero las miro y veo que disfrutan del momento
tanto como yo. Una de mis rutinas favoritas: café solo, periódico y poca
prisa.
Me entretengo observando a la gente. Hay mucho movimiento. Familias,
hombres mayores y niños que tiran de la mano que los agarra para rogar que les
compren una chuchería. Pienso en lo bien
que nos vendrían esas ganas de luchar por algo a los mayores. Veo contrastes, sonrisas
inmensas y caras serias. Amabilidad de unos y hermetismo de otros. Un par de
personas hablan mientras esperan en la cola, otros miran su Smartphone. Cada
nuevo cliente que entra me transmite una sensación diferente. Extremos
diferentes. Entusiasmo y cansancio. Supongo que es normal: Es domingo.
Los domingos son el día por excelencia para escucharnos. El
día para querernos y para depurar todo lo negativo que el ritmo semanal nos
pueda traer. Lo malo es que a veces es el día más extremo de la semana. La intención
es depurar lo negativo pero puede que sin planearlo lo negativo se ponga
rebelde y nos depure a nosotros. De pronto un domingo te sientes más feliz que
el niño del principio con todas las chuches de la panadería. De pronto también, siete días después, te sientes tan desgraciada
que ni con 1000 chucherías te consolarías.
Hay domingos eufóricos y domingos en los que tú lo que
necesitas es la chuchería X, con esa forma X, con ese sabor X, ese envoltorio
mágico que sólo existe en tu cabeza... Te da igual que sea imaginaria, o que la
semana pasada no la necesitases. ¡La quieres ahora! Además, una mente perversa
(la tuya) se empeña en que sólo eso te hará feliz y como no lo tienes te
convences de que el mundo no tiene sentido hoy para ti. Te olvidas de pronto de
que el domingo pasado eras la reina del mambo. ¿Qué ha pasado? Nada. O al menos nada tan grave que le saque el sentido al mundo. No te dejes
llevar por tu mente dominguera de sofá y recuerda que NADA es imprescindible
para ser feliz. Está bien, acepto como imprescindible tener cubiertas las
necesidades vitales. Pero OJO! Volver a pasear por aquella playa paradisíaca
con aquel bello italiano NO es una necesidad vital.
Sí. Todo esto pasa los domingos y no sé muy bien a qué
echarle la culpa.
Este café con el periódico siempre me resulta placentero,
tanto los domingos negativos como los positivos. Tomo por tradición esta
sección en el blog para llenar de “buenrollismo” todos los domingos. Estoy por levantarme de mi mesa e intentar poner sonrisas en las caras serias.
Tarea de hoy: Sentarse y pensar. Diferenciar entre lo que queremos y lo que necesitamos. Olvidar lo que la rutina y la sociedad nos hace desear cuando nos ponemos “la ropa de domingo”. Desea lo que tú quieras, sea lo que sea... y sobre todo! SONRÍE!
Iria
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