La mesita de mi salón…
Hoy cambio la mesa de la cafetería y el periódico, por mi
sofá y las noticias que me da una tele que lleva días inactiva en el mueble del
salón. ¡Eso sí! ¡Mi café que no falte!
Creo que hoy debería de cancelar la sección porque, como a
much@s, me toca currar. Aunque lo de currar también tenga su parte positiva le
saca el romanticismo y serenidad al domingo. Se me han juntado tres cosas: Un
domingo con sabor a lunes, haber pasado la noche entre sobresaltos para evitar
que los mosquitos conquistasen mi habitación y unas ganas inmensas de tirarme
en la playa a perder el tiempo. Con estas sensaciones me he levantado y por eso
uso el blog para quejarme un poco (quejarse a veces también relaja).
Mi reflexión de domingo es para escupir esas cosas que hacen
que se me cruce el cable. Que no soporto. Que “me revientan” como en el punto 1.
1.
“Las injusticias me revientan” Mis compañeras de
piso de la etapa universitaria (hoy amiguiñas) se encargaron de dejar constancia
de esta frase como mi marca personal. Los que entraban en nuestro piso podían
verlo en una cartulina que teníamos en la entrada. “Las injusticias me
revientan. Iria” Como si fuese una cita de un sabio. Es sencillo. Supongo que la palabra injusticia
ya debería de reventar a todo el mundo. “Pese que me pese” (como escribía
Castelao) las injusticias son culpa nuestra. Las personas somos injustas. A
veces de forma inconsciente, a veces de forma muy consciente. En el último caso
es cuando me parece realmente injusto (valga la redundancia justa). Injusto
cuando las cosas no se resuelven a favor de quien lo merece. Cuando el éxito se
reparte mal. Cuando tu opinión tiene importancia en función de quien seas.
Cuando falla el karma y los que deberían de tener éxito reciben sufrimiento…y
podría seguir hasta mañana.
2.
La apatía porque sí. Por definición. Nadie está
obligado a ir por la vida sonriendo pero odio cuando alguien es desagradable
sin razón. De puertas para dentro cada persona tiene su vida. A veces es difícil,
se sufre, se viven las injusticias del punto 1… pero de nada sirve que lo
paguemos con los demás. Odio las malas caras. Que me sirvan un café en un bar
como si me estuviesen haciendo un favor. Que alguien a quien hace tiempo que no
veo esquive la mirada para evitar un saludo incómodo. Que la prisa y el ritmo
frenético de la vida se carguen la amabilidad. Que sea difícil compartir y
sonreír. Creo yo que no cuesta nada dar un poquito de buenrollismo al que
tenemos al lado.
3.
La amistad con leyes en lugar de la ley de la
amistad. Puedo entenderlo en la adolescencia. En realidad no. No lo entiendo en
ninguna etapa pero en la etapa niño/adolescente es más normal. En ese momento la
amistad se vive hasta el extremo. Tus más mejores amigos y tu pandilla son
sagrados y no has de fallar jamás de los jamases. Hay unos mandamientos que
cumplir: “bajar” siempre que puedas aunque no te agrade el plan, no hacer
planes con otros amigos (sería traición!!), avisar a todo el mundo de los
planes que se hagan, líar un poco de follón a los rajados o a los que no avisen
de algo…etc, etc. Seguro que a todos nos suenan estos comportamientos. ¿Sabéis
que me fastidia? Ver que a veces se repiten con 30, 40 y 50 años… (A veces a
partir de los 60 aumentan todavía más). Para mí la amistad es otra cosa. Los
amigos son otra cosa. Ni hace falta decir amen a todo. Ni verse todos los días.
Ni convocar asambleas para verse. Y pepita… si quedas con rosita no tienes
porque avisar a pepito, y si no quieres ir a las cataratas del Niágara porque
te resulta más interesante contar cuantos macarrones caben en un paquete de un
quilo…pues ole también. Por favor… ¡Qué somos mayorcitos!!
4.
La indecisión. Hacer difícil lo fácil. La espera
por la espera. La falta de sinceridad con uno mismo. La pereza y la comodidad
de mantener la zona de confort controlada. De esto ya he hablado mucho en el
Blog. Me revienta el conformismo. Me pone triste porque la vida nos pasa
volando como para no aprovechar al máximo lo que tenemos. Lucha por lo que
quieras. Y si algo no te gusta cámbialo. Hay tantas personas que se han
conformado con una media vida. Me da tanta rabia.
5. Medir el éxito personal en función del fracaso ajeno ¿Para qué ayudarnos? Si no te ayudo me irá mejor que a ti y mi logro será mayor. Con esto no puedo. Me saca de mis casillas y hace que me vaya a la apatía del punto 2. Y es que desgraciadamente esto es tan común. Desde que perdemos la inocencia de la infancia hasta que somos viejos viejos. Unos ejemplos de diferentes etapas para que sepáis a que me refiero:
·
Me han pasado preguntas del examen pero las
esconderé…
Ø
Creo que si soy el único diez… mi diez vale más
¿no?;
·
Me he enterado de que mañana viene el jefe a
controlar si tenemos todo en orden. No diré nada y así seré el más ordenado y
el mejor trabajador.
Ø
Porque si todos lo tenemos en perfecto orden…lo
mío contará menos no?
En fin… mi reflexión de domingo se ha extendido de más. Será
mejor que la semana que viene vuelva a tomar el café en un bar que cuando
escribo en casa me lanzo y no hay quien me pare.
Todo tiene un lado positivo!! De lo negativo quéjate que
algo alivia!!
Feliz domingo!!!! A currantes y a ociosos!! Siempre con una
sonrisa va mejor!
Iria
No hay comentarios:
Publicar un comentario