lunes, 13 de enero de 2014

Y, poco a poco, escribieron su historia...

Pocas personas consiguen enseñarnos cosas que nunca olvidamos y que se quedan dentro, de esas que pase lo que pase nunca cambias. Y ellos, sin saberlo, sin quererlo, me enseñaron una de las cosas más importantes para mí. 


Era guapa, pero guapa, guapa. De esas que a primera vista no llaman la atención pero que, sin saber cómo, te obligan a volver a mirar, a comprender esa mirada, a verlas realmente hermosas.
Pero no sólo era guapa, era fuerte. Una mujer luchadora, con carácter y con un corazón enorme.

Era tozudo, y con los años, como todo, se volvió más testarudo aún. Pero era bueno. Y eso era lo importante.

Se enamoraron. Quizás no al principio, pero aprendieron a quererse y lo demostraron hasta el final.

Fueron una familia, de esas grandes, de las que si el jersey se puede apañar, se apaña. Sí, ya os imagináis, de esas en las que se aprende a compartir, a la fuerza pero también porque uno quiere. De las que enseñan lo que realmente importa.

Trabajaron mucho, demasiado. Pasaron por las cosas malas de la vida pero sonrieron hasta el final. Juntos.

Pasaron los años, los niños, que ya no eran tan niños, se empezaron a ir. Y volvieron a ser dos. Como al principio pero al revés. Y aprendieron a ser dos de nuevo.

Pero la vida siempre nos recuerda, con lo bueno y con lo malo, que es efímera. Que así como viene, se va. Y esta vez, decidió irse lentamente.

Seguía siendo guapa, con una piel suave pero arrugada. Seguía sonriendo. Pero su mirada había cambiado.
Seguía siendo tozudo, pero ya no se acordaba.
Seguían siendo dos enamorados, pero ya no lo sabían.

Él empezó a olvidarse de las luces, de la tele, de los nombres...hasta que se olvidó de ella.
Ella no pudo soportarlo. Y cuando la mente falla, el cuerpo la sigue. Y sus piernas dejaron de andar. Los paseos se acabaron. Los días se volvieron más monótonos. Los ojos más cansados. La pena más grande.

Ella decidió intentarlo. Pero a cada intento, un trocito de su vida se iba rompiendo poco a poco. Y prefirió no saber lo que era una vida sin él.

Él se apagó. Ella dejó de luchar. Y juntos abandonaron a esos niños que ya no eran niños dejándoles lo mejor que tenían, lo único que esta vida les había enseñado, el amor, el amor hasta el final.




Jesica

3 comentarios:

  1. Me ha puesto los pelos de punta. Increíble lo que trasmiten tus palabras...
    Me encanta vuestro blog chicas! :)

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  2. Muchas gracias Sonia Pérez y Sonia :). Un placer que disfrutéis de lo que escribimos

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