Pocas personas consiguen enseñarnos
cosas que nunca olvidamos y que se quedan dentro, de esas que pase lo
que pase nunca cambias. Y ellos, sin saberlo, sin quererlo, me
enseñaron una de las cosas más importantes para mí.
Era guapa, pero guapa, guapa. De esas
que a primera vista no llaman la atención pero que, sin saber cómo,
te obligan a volver a mirar, a comprender esa mirada, a verlas
realmente hermosas.
Pero no sólo era guapa, era fuerte.
Una mujer luchadora, con carácter y con un corazón enorme.
Era tozudo, y con los años, como
todo, se volvió más testarudo aún. Pero era bueno. Y eso era lo
importante.
Se enamoraron. Quizás no al
principio, pero aprendieron a quererse y lo demostraron hasta el
final.
Fueron una familia, de esas grandes,
de las que si el jersey se puede apañar, se apaña. Sí, ya os
imagináis, de esas en las que se aprende a compartir, a la fuerza
pero también porque uno quiere. De las que enseñan lo que realmente
importa.
Trabajaron mucho, demasiado. Pasaron
por las cosas malas de la vida pero sonrieron hasta el final. Juntos.
Pasaron los años, los niños, que ya
no eran tan niños, se empezaron a ir. Y volvieron a ser dos. Como al
principio pero al revés. Y aprendieron a ser dos de nuevo.
Pero la vida siempre nos recuerda, con
lo bueno y con lo malo, que es efímera. Que así como viene, se va.
Y esta vez, decidió irse lentamente.
Seguía siendo guapa, con una piel
suave pero arrugada. Seguía sonriendo. Pero su mirada había
cambiado.
Seguía siendo tozudo, pero ya no se
acordaba.
Seguían siendo dos enamorados, pero
ya no lo sabían.
Él empezó a olvidarse de las luces,
de la tele, de los nombres...hasta que se olvidó de ella.
Ella no pudo soportarlo. Y cuando la
mente falla, el cuerpo la sigue. Y sus piernas dejaron de andar. Los
paseos se acabaron. Los días se volvieron más monótonos. Los ojos
más cansados. La pena más grande.
Ella decidió intentarlo. Pero a cada
intento, un trocito de su vida se iba rompiendo poco a poco. Y
prefirió no saber lo que era una vida sin él.
Él se apagó. Ella dejó de luchar. Y
juntos abandonaron a esos niños que ya no eran niños dejándoles lo
mejor que tenían, lo único que esta vida les había enseñado, el
amor, el amor hasta el final.
Jesica
É unha historia preciosa :)
ResponderEliminarMe ha puesto los pelos de punta. Increíble lo que trasmiten tus palabras...
ResponderEliminarMe encanta vuestro blog chicas! :)
Muchas gracias Sonia Pérez y Sonia :). Un placer que disfrutéis de lo que escribimos
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