Siempre empiezo explicando el porqué de cada publicación que
hago. Siempre hay un porqué para escribir lo que escribo, y no otra cosa
diferente. No me siento en una silla a estrujarme la cabeza entre las manos
deliberando sobre las maravillas que aquí podría relatar, sería una opción,
aunque poco productiva seguramente, pues suelo funcionar mejor por impulsos (que
nunca medito).
En estas dos últimas semanas en las que hemos tenido el blog
un poco abandonado, se me ha despertado un “no sé que” hacia las madres… esas
MADRES heroínas que tod@s conocemos. Me daba miedo caer en un sentimentalismo
exagerado o parecer un poco “ñoña” o incluso parecer machista, feminista o
posicionarme de alguna manera y despertar una ira celosa entre los padres de
este mundo. El caso es que tenía muchas dudas que se disiparon de vez este
viernes cuando, tras una larga semana entre trabajo y estudios, llegué a casa de
“mamá”, de la mía. La mujer lo tenía todo preparado para hacer freixós -porque
sé que te gusta comerlos recién hechos y hoy tienes libre- (me dijo) Lo que en
estos casos les da igual a las madres es lo dura que hubiera sido su semana, o
los cansadas que puedan estar porque todo se les pasa con una sonrisa, en este
caso, de su hija.
Lo de mi madre es un ejemplo en el que tod@s os podréis ver
reflejados, si no es con vuestra madre, con vuestra abuela, vuestra tía, o
cualquier mujer de esas que se desviven por su gente aunque no haya parentesco
de por medio. No me refiero sólo a las madres biológicas como tal, puesto que
hay mil vidas diferentes y mil mujeres que ejercen ese papel.
Estas navidades vi una película “La Soledad” de Jaime
Rosales. Siempre que veo una película me quedo con algo, con una escena, con un
personaje…no sé, siempre hay algo que se queda archivado en mi cabeza y que
sobresale sobre todo lo demás. En este caso, os decidáis o no a ver la
película, aparece una mujer de unos 65 años que representa perfectamente esa
idea que yo tengo de madre heroína. Aparece de una forma tan natural y realista
que desperté una ternura especial hacia ella desde la primera escena. Una madre
que se desvive por sus hijas, sufre por ellas y por sus problemas, más de lo
que sufren ellas mismas, y da absolutamente todo lo que tiene, deja totalmente
de lado su vida. Yo me pregunto ¿Por qué? ¿Qué derecho tenemos l@s hij@s a que
nuestras madres hagan todo eso por nosotr@s? El caso es que las madres heroínas
lo harán igual…sufrirán igual…darán su vida y alma lo pidamos o no… y lo harán
porque sí, porque nos quieren y así son felices.... o no.
Esas mujeres que abren de par en par las puertas de su casa,
que dan de comer a quien haga falta, sean 15, 20 o 30; que se dejan las uñas
trabajando y darían todo lo que tienen si algún@ de sus hij@s lo necesitase. No
importa lo enfermas que estén o los dolores que tengan que, mientras conserven
algo de salud, seguirá siendo más importante lo que les pasa a los demás que a
ellas mismas. Esas mujeres que lo primero que hacen cuando intercambio cuatro
palabras con ellas es hablarme de sus hij@s orgullosas, de lo buen@s que son,
de los trabajos o aficciones que tienen (últimamente más lo segundo)… siempre
con esa luz en la mirada. Mujeres que han sufrido por dentro el triple de lo
que sufrimos nosotr@s cuando tenemos algún problema, y que muchas veces
maldecimos porque están demasiado pendientes de lo que nos pasa…. Etc etc etc…
Uff! Qué responsabilidad… Las veo desde
fuera y sinceramente, ni siendo hombre, ni mujer… creo que jamás sería capaz de
sacrificar y luchar tanto como lo han hecho ellas desde siempre… Por esas
madres, tías, abuelas, vecinas, amigas…
Por ellas… para ellas… GRACIAS
Iria
No hay comentarios:
Publicar un comentario