Al llegar hay cien mil bultos como el mío, ropa verde y negra, algunos peinados y pestañas postizas entre la gente. Se respira ya la sensación de la competición, los nervios, los preparativos. Viaje de dos horas con risas, charlas, concentración...
Si hasta aquí ya era todo una rutina de domingos d competición, al llegar al pabellón el ritual lo cumplimos estrictamente: un café rápido para desconectar, un poco de esa "ensalada de pasta mágica" y me voy a encerrarme con mi pareja en el vestuario: Kilos de gomina, redecilla para el moño, pestañas postizas, sombras de ojos brillantes y carmín rojo.....Una hora de transformación si estoy inspirada y hay espejos en el polideportivo, porque en algunos casos sólo las instalaciones serían un tema del Blog.


Hacemos un calentamiento. Sí! para bailar también calentamos: unas carreras, unos estiramientos, probamos la pista... Cada domingo sigo sintiendo los nervios de mis primeras competiciones con 12 años. Nervios por ser capaz de que mis ganas y mi pasión por el baile sean más fuertes que la presión por hacerlo bien, que no me permitiría disfrutar. Ya se acerca la hora, nos sentamos un poco antes de volver al vestuario, nos relajamos, nos concentramos.

Llega el momento, me pongo mi vestido y el último paso para completar el look: Una engorrosa crema corporal que esconde lo blanca que soy. Sólo me falta ponerme mis sandalias y... ¡a la pista!
Fijo los ojos en Alberto, suena la samba, concentración y ganas de disfrutar. Cuatro bailes más, cada uno con su sentimiento, con su técnica, con su historia. Cuando me doy cuenta ya se ha acabado. La música....mi pareja....el público...
Por ahí está la frase de que si pudiera explicar lo que se siente no valdría la pena bailarlo...
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Foto: Carlos Rodríguez Tellado |
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Foto: Carlos Rodríguez |
Vamos llegando al final, últimas horas, entrega de premios, nervios de nuevo. Hoy tengo la satisfacción de que he disfrutado bailando. Trofeos, medallas, besos, felicitaciones...Ya son más de las 21 de la noche y casi no puedo andar entre el cansancio y el dolor de pies. Vuelvo al vestuario feliz, vuelvo a mi chandal y me voy despojando de esa segunda "Iria bailarina". El viaje de vuelta es muy relajado, me voy despegando las uñas mientras pienso en escribir esta entrada.
Es imposible resumir en unas líneas todas las emociones que vivimos y todo lo que rodea a este deporte-espectáculo, tras una jornada de competición lo he intentado y esto es lo que me ha salido.
No puede describirse mejor.... Hay que vivirlo!
Iria
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