martes, 31 de diciembre de 2013

A miña forma de felicitar o ano!

Feliz año! Un beso….Feliz año! Un abrazo… Feliz año!! Beso de un lado y del otro… Feliz año! Una sonrisa cómplice… Feliz año! Un gesto cortés…

Lo hacemos de muchas maneras, pero durante un día como el de hoy, y durante unas semanas, tenemos el “Feliz año!” en la boca y se respira esa actitud positiva que ojalá mantuviéramos a lo largo del año.
No es que me gusten especialmente las navidades, pero aunque adoro maldecirlas y manifestar mi desacuerdo con el significado y origen de estas fechas, una vez que pasan me doy cuenta de que me dejan un buen sabor de boca y recuerdos positivos. Odio muchas de las costumbres, el afán consumista y las comidas copiosas… y odio tener que confesarme partícipe de las mismas. Sin embargo, cada año disfruto con los reencuentros. Con los cafés, las cañas, las cenas (aunque sean copiosas) que se llenan de recuerdos y vivencias con personas a las que apenas ves durante el resto del año; las llamadas, los mensajes; el ambiente, la gente paseando por la calle; la alegría y la positividad con la que recibimos el año que empieza, y un largo etc.
El rechazo navideño del que hablé al principio, fue el que no me permitió escribir antes en el blog, puesto que no me parecía coherente escribir sobre algo en lo que no creo al 100%. Pero hoy sí!! Hoy es el último día del 2013 y “hasta el año que viene” no volveré a escribir…¡Cómo  nos gusta utilizar esta expresión durante estos últimos días!
Como cada año, dejamos a las espaldas meses turbulentos ; buenos y malos momentos, buenas y malas noticias, buenas y malas... ¡Qué sé yo! No hay más que leer los muros de facebook y los mensajitos con buenos deseos: "Este año ha sido para mí...""He vivido un año difícil pero...""Para olvidar lo peor y recordar lo mejor..."
Por mi parte, y en un día como hoy, me sumo a estos buenos deseos para el año nuevo y quiero concentrarlos en que cada persona se ilusione y crea “egoístamente” en sí misma. Digo “egoístamente” en sí misma porque creo que sólo si creemos en nosotr@s mism@s podremos disfrutar del resto de la gente que hay a nuestro alrededor. Y solo creyendo en nosotr@s mism@s podremos alcanzar esos propósitos o sueños que tengamos en la vida. Porque al final… lo importante no es si alcanzamos la meta, sino si estamos disfrutando mientras lo intentamos y para ello no podemos estar descontentos (ni siquiera un poco) con la forma en la que afrontamos cada día. El año será como sea, pero la forma en que lo afrontemos será vital.

Y como... “¡Por pedir que no sea!!” Pido más compromiso, más libertad, más igualdad y más cultura… y a cambio propongo mucha mucha energía y muchas ganas de disfrutar de la vida.
Y para acabar, hago mi propio derroche de amor (tan propio de este último día de año -y más aún cuando el champán haga efecto dentro de unas horas-). Brindaré  por todas esas personas que me rodean y que cada año se suben a mi tren (al escribir me doy cuenta de que me ha invadido el espíritu navideño- NO!!!-) …Continúo….brindaré por una familia excepcional, brindaré por mis amig@s excepcionales, y brindaré por ti… que estás ahí leyendo…
Como dice mi escuchado cantautor Luis Ramiro en  su red social: Si esta vida es un teatro, habrá que improvisar!!! (qué importan los propósitos) Feliz 2014 !!!
Deixo unha bonita banda sonora… Que sexades moooooooi felices!!!!!!!!!
 
Iria

jueves, 19 de diciembre de 2013

HISTORIAS PARA NO DORMIR

Pretty woman

Era el típico domingo lluvioso y frío de invierno, ése en el que decides que hoy no toca salir de casa, te quedas toda la tarde en el sofá con la mantita viendo una peli y, si eres afortunado/a de compartirlo con alguien, pues mejor que mejor.
Después de haber visto unas cuantas películas, leer un poco de qué van, decidir que te parecen interesante pero no es el día, nos decantamos por “Las sesiones”. Para aquéllos que no sepan de qué va, aquí os dejo el trailer.


Resumiendo, la película pero, sobre todo, un intenso debate que llevo manteniendo desde hace tiempo con amigos y, sí, también conmigo misma, me inspiraron para escribir este post.

Putas. Prostitutas. Princesas. Profesionales del sexo... Hoy el post va sobre ellas, con todos los múltiples nombres que puedan adquirir dependiendo del momento.


Y es que aunque miremos para otro lado, la realidad está ahí. He estado informándome un poco sobre el tema y debo decir que cada vez tengo menos clara mi posición.

¿Prohibición?
¿en serio creemos que prohibirlo hará que desaparezca? ¿ debemos hacer que desaparezca todo tipo de prostitución?
¿Legalización?
¿Acabaría eso con los negocios sucios que hay detrás y no tan detrás de todo este mundo?¿consecuencias para la lucha de igualdad de la mujer?

Vale. Antes de que os pongáis nerviosos o empecéis a responder a lo loco permitidme que os cuente cosillas que supongo sabréis pero nunca está de más refrescar la memoria, sobre todo en este tipo de cosas que parece que sólo nos importan cuando descubrimos que la vecina de enfrente es puta o nuestra calle empieza a convertirse en la calle de putas que toda ciudad que se precie tiene.

Personalmente creo que debemos matizar a qué nos referimos cuando hablamos de prostitución.

Están, aunque en una desafortunada minoría, las que se dedican a esto de la prostitución por voluntad propia. Voluntad propia...luego hablaré sobre esto también. Tranquilidad.


Están las putas de la calle, sí, esas que todos vimos de pequeños en el club de campo de camino al parque de atracciones, sí ,esas donde te puedes encontrar a la que podría ser tu bisabuela con faja entre otras y sí, estoy refiriéndome a recuerdos propios.


Y están el resto, la mayoría. Las de los clubes, las de los pisos alquilados por los chulos, las que son víctimas ( y aquí si que no cabe otro término) de la trata de mujeres, de la explotación sexual, sí esas por las que son violados muchos de los derechos humanos. Y no quiero ya hablar de menores porque me hierve la sangre. Dejémoslo en mujeres adultas por esta vez.













Entonces, si pensamos en estos tres grupos y hablamos de prohibición, para mí ya aparece un dilema. Por un lado, es OBVIO que hay que eliminar, de alguna manera, la prostitución obligada, no debemos permitir esclavas del sexo. Pero...¿ y las que escogen ese tipo de vida?. Leyendo diversos artículos he encontrado de todo. De todo.

Para los ajenos a este mundo, deciros que existen colectivos que defienden a las mujeres que se dedican a la prostitución y luchan por considerar su modo de vida un trabajo digno como cualquier otro. Entre las asociaciones legales se encuentra HETAIRA, la cual aboga por lo dicho anteriormente. Sin embargo, sus demandas son, casi siempre, ignoradas por el resto del mundo y, como una de ellas apuntaba en unos de los múltiples artículos, “nos tratan como si no tuviésemos capacidad de pensar o decidir”.

Un artículo que me llamó la atención fue el de una mujer de 52 años, independiente, licenciada en ciencias políticas y prostituta. Os dejo el enlace por si queréis echarle un ojo:


En el reportaje, Montserrat nos cuenta cómo es su día a día y lo mucho que disfruta de su profesión así como las ventajas económicas que obtuvo gracias a ella.

Cuando empecé esta entrada os hablé de la película “Las sesiones”. En el reportaje a Montserrat hay una pregunta que me recordó a dicha película y en la que creo que todos deberíamos pararnos a recapacitar:

Cuando empecé esta entrada os hablé de la película “Las sesiones”. En el reportaje a Montserrat hay una pregunta que me recordó a dicha película y en la que creo que todos deberíamos pararnos a recapacitar:

¿Cuántas mujeres tendrían relaciones sexuales con un hombre con la piel quemada, o que no tenga piernas, o con parálisis cerebral?”, pregunta usted en su libro. Usted, como prostituta, sí lo ha hecho. Así es. Si estas personas no están contigo, no estarán con ninguna otra mujer. Me ha dado mucha satisfacción ver su agradecimiento. Y que son felices.”

Como persona me avergüenza su afirmación pero creo que es totalmente cierta. En muchas ocasiones, ellas, las princesas del sexo, son la única solución para que personas con ciertas discapacidades conozcan el sexo piel con piel.

Asimismo, me gustaría resaltar otras preguntas que me parecieron muy interesantes:

¿qué cree que podrían hacer los políticos por las prostitutas? Lo más importante es que se deje de discriminar por el hecho de serlo. Para que hubiera un debate sólido sobre esta realidad tendríamos que hablar nosotras, las prostitutas. Hay que meter más mano al proxenetismo y a la trata. Y controlar la apertura de burdeles.”

Lo que queda claro es que hay que darles voz y voto a ellas también. Sin embargo, leyendo el artículo de Montserrat cualquiera puede adivinar que tiene una buena vida, que ya no depende de su trabajo, ella misma afirma que podría dejarlo ya pero que a ella le gusta su trabajo y sino se aburriría, que es una “puta de clase media-alta”. Pero...¿cuántas mujeres existen en el mundo como Montserrat?

Es fácil abogar por la legalización o afirmar que cada uno tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que quiera. Como afirmaba la intelectual feminista Elisabeth Badinter "Si una mujer desea ganar en tres días lo que otras ganan en un mes como cajeras en un supermercado, es su derecho". Sí. Estoy de acuerdo. Pero también creo que muchas mujeres (dentro de esa desafortunada minoría, no lo olvidemos) que afirman dedicarse a esto de la prostitución por voluntad propia no son conscientes de la mentira que se esconde tras sus palabras. Voluntad propia significa, para mí, tener varias alternativas y escoger la que te venga en gana. Pero...¿cuántas han tenido alternativas? Es cierto lo que dice Elisabeth pero puede que muchas no hayan tenido esas ofertas de trabajo en los supermercados, ni en otros lugares y, como dice mi abuela, cuando la necesidad aprieta el diablo manda.

Si echamos un ojo al panorama actual en España, apenas encontraremos prostitutas de nacionalidad española, lo que nos lleva, como bien sabemos todos, a suponer que la mayoría son víctimas de engaños, la mayoría son esclavas sexuales. Un país cualquiera con igualdad de oportunidades, sin apenas pobreza no tiene entre sus habitantes un amplio sector dedicado a la prostitución. Esto es así. Aceptémoslo. Y este es uno de los argumentos en los que se basan los/as partidarios/as de la abolición de la prostitución, pues dicen que de no existir la prostitución tampoco existiría la prostitución forzada. 

Hasta aquí, no sé vosotros, pero yo sigo sin tener una idea clara. Tengo claro que hay que combatir todas las mafias y demás mierdas que van ligadas a este mundo. Y tengo claro también que si alguien quiere dedicarse a este mundo, sin ningún beneficiario más que ella y por su propia cuenta, adelante.

Pero hay más. Sólo estamos viendo las consecuencias. Está el origen. La causa. Están ellos. Está la sociedad patriarcal en la que vivimos.

Me gustaría destacar también una parte de otro artículo que afirma lo siguiente:
    Las connotaciones de la palabra "puta" como insulto gravísimo para una mujer perjudican sin duda las aspiraciones sociales de las mujeres que se dedican a la prostitución: El peor insulto para una mujer es ‘puta'; para un hombre es ‘hijo de puta'. Este es el trasfondo que funciona. Con ‘maricón' hemos cambiado el chip. Con puta hay que hacer lo mismo".

    "No aceptan a las trabajadoras sexuales de toda la vida y en cambio se aceptan los matrimonios de gays y lesbianas y les dan derechos que no tenemos nosotras. Somos muy modernos para aceptar esto, pero prehistóricos y falsos a la hora de aceptar el trabajo sexual como algo normal".

No sé si esta entrada os ha ayudado a formaros una mejor opinión acerca del tema pero me gustaría simplemente recalcar el hecho de que estamos hablando de un tema muy importante en la sociedad, que no podemos ignorar y del que precisamos solucionar urgentemente, de una manera lo más conciliadora posible para ellas, muchos problemas derivados de la oferta y de la demanda de la prostitución.
Asimismo, no debemos olvidarnos de los muchos hombres que a día de hoy también se ven obligados a ejercer la prostitución en el ámbito gay. Y cuyas voces también son ignoradas o silenciadas.

Este verano hablando con unos amigos, hubo un comentario de uno de ellos, un turco asentado en Alemania, que me confundió. Dijo que no entendía cómo las prostitutas andaban por ahí (hacía referencia a una de las calles de la ciudad en la que ellas trabajaban) siendo visibles a todo el que pasara por ahí. Dijo que él prohibiría todo, por los niños. Pero entonces yo le recordé que estaban ahí para dar servicio al sector masculino al que él pertenecía. Sí, lo sé, no es justo. Quizás él nunca hubiera solicitado esos servicios o nunca los solicite pero estoy segura de que muchos afirmarían lo mismo que este chico y ellos sí “irían de putas”. Y eso es parte del problema. No repudies lo que alimentas.

Es evidente que la solución depende de todos y no es fácil escoger el camino a seguir. Empezar por dar alternativas a las víctimas de la explotación sexual, protegerlas y prohibir todas esas actividades sería un buen comienzo, creo yo.

En cuanto a familiarizarnos con la prostitución y considerarla un trabajo cualquiera, es algo que no tengo del todo claro. Es totalmente respetable pero el estigma social sigue ahí y reconozco que no es fácil quitarlo. De otro artículo leí:

“ Hay un estigma y nadie puede negarlo, pero cualquier regulación enviaría a la sociedad un mensaje equivocado, porque contendría una dimensión pedagógica. La ley educa a la ciudadanía. ¿Deseamos educar a nuestras hijas e hijos en que la prostitución es una actividad aceptable? ¿Deseamos transmitirles que comprar o venderse es un modelo pertinente de relación entre los sexos? ¿Podemos desear esto y a la vez mantener la noción mínima de ciudadanía e igualdad? “

"¿Qué haríamos si una hija nuestra a los 18 años nos dice que quiere ser prostituta? ¿Si es un trabajo como otro, cómo le diremos que no puede ser?"

No estoy de acuerdo con muchas cosas, además de que el último argumento, aunque sirve para reflexionar, me parece, volviendo de nuevo a la “analogía” con el colectivo homosexual, un tanto demagogo y me recuerda a lo que te decían de ….”¿y si tu hijo sale gay?” como argumento para repudiar lo diferente.

Sin duda, hay opiniones y vivencias para todos los gustos, así que el debate está servido.

Y para terminar, otra recomendación cinematográfica, ésta ya más vieja y conocida pero si no la visteis, ya sabéis! el próximo domingo lluvioso y frío no dudéis :)

Princesas


Jesica

lunes, 9 de diciembre de 2013

Lo estamos perdiendo todo

Una colaboración de Adrião Morão

Cuando iba al Instituto leí "1984". Ya me habían hablado muchas veces de este libro, del Gran Hermano como un ser que todo lo ve y a quien no es posible ocultarle nada, ni siquiera el pensamiento. Una figura de dominación absoluta. El mensaje de esta historia es el miedo a que un Estado, cualquier Estado, vaya cambiando hacia una forma de gobierno absoluto sobre las personas. Ese Gran Hermano te vigila. Sabe incluso lo que piensas, y espera que cometas un crimen mental para hacerte desaparecer de la faz de la Tierra. Para borrar incluso el recuerdo de tu propia existencia.

Hay un diálogo que me gusta especialmente. Winston, el protagonista, y O'Brien, un miembro del Partido que lo está interrogando, discuten sobre cuál es el resultado de sumar dos y dos. "Cuatro", dice Winston. Pero, a veces, el Partido quiere que sean cinco. O tres. La cuestión es que la verdad no importa. Importa la voluntad del Partido, o sea, del Estado.

El Estado puede permitirse modificar la realidad según sus necesidades, y de hecho llega a hacerlo en el transcurso de la novela. Oceanía, la patria de Winston, está siempre en guerra. A veces es contra Eurasia, y siempre ha sido así. A veces contra Estasia, y "siempre" ha sido así. La verdad es lo que el Partido dice que es verdad, porque el control del Estado sobre la Humanidad es total.

Hay otra historia que también leí cuando era adolescente. "Un mundo feliz". En castellano tiene un título bastante irónico, o quizás es el más adecuado dado el mundo que presenta.

Los humanos ya no tienen hijos. Son creados en laboratorios, precondicionados ya desde la concepción y programados psicológicamente durante la fase de crecimiento. La sociedad se divide en castas, que son herméticas debido al condicionamiento. Un alfa es y será siempre un alfa, con una inteligencia superior. Un épsilon es y será siempre un épsilon, físicamente preparado para el trabajo duro pero demasiado estúpido para hacer otras tareas. Todos los seres humanos son permanentemente felices. Para ello, consumen de forma regular una droga llamada "soma" y dedican la mayor parte del tiempo a actividades recreativas, si bien su voluntad ha sido destruida.

Vemos dos visiones diferentes de cómo el Estado podría llegar a dominar a las personas. En la primera, aplica la violencia y el miedo. En la segunda, satura los sentidos con placer y distracciones. En "1984", el Estado censura y controla la información hasta el extremo, llegando a hacer un "damnatio memoriae" a sujetos potencialmente peligrosos. En "Un mundo feliz", la información no necesita ser controlada, porque a nadie le interesa. El arte, la filosofía, el pensamiento en general, son subversivos en la narración de Orwell. En cambio, el hedonismo y la sobreexposición a banalidades convierten cualquier expresión intelectual o artística en irrelevante en el relato de Huxley.

Durante los años de Guerra Fría, los aparatos de propaganda del bloque capitalista y del soviético pretendieron demonizar y deformar el lado contrario. Querían ganar la batalla de las ideas. "1984" es considerado profético, en parte, por la visión que ha dado la propaganda capitalista de la Unión Soviética. La evolución de determinados gobiernos europeos hacia un autoritarismo evidente que recuerda a ese viejo enemigo, da alas a esta postura en los últimos años. El miedo se basa en el temor de que el Estado pueda llegar a tener el poder de decirnos lo que tenemos que pensar, de robarnos hasta el último centímetro de ser, hasta el punto de doblegar nuestra voluntad y reconocer que, si el Estado así lo quiere, dos más dos serán cinco.

Por otra parte, la sociedad de consumo en la que nos hallamos inmersos en los países occidentales responde más a las predicciones de "Un mundo feliz". El pan y circo romanos se han convertido hoy en Estado del bienestar y entretenimiento constante. Sin embargo, no es necesario censurar escándalos si los medios de comunicación dan sobredosis de información banal, pues no es tan fácil separar el grano de la paja. Tampoco es necesario tapar la corrupción cuando las instituciones están hasta el cuello de mierda, y ya casi es más fácil encontrar un corrupto que un honrado.

Dicen que no hay nadie más peligroso que alguien que no tiene nada que perder. Y esa es la cuestión: que todos tenemos algo que perder, algo de lo que no queremos deshacernos. No digo ya personas, hablo de objetos. De modos de vida. Nos hemos convertido en esclavos de las herramientas que deberían estar a nuestras órdenes para hacernos la vida mejor. Nuestras prioridades, nuestra escala de valores, han cambiado tanto que el miedo a perder estos objetos nos paraliza.

Empecé este artículo con la idea de que Orwell no tiene razón, y Huxley sí. De hecho, alguien ya hizo esta reflexión en "Amusing ourselves to death: public discourse in the age of showbusiness". Sin embargo, Neil Postman, el autor, falleció hace ya diez años sin ver las consecuencias de la crisis económica mundial. Al comenzar a escribir, tenía en mente la idea de que el control total no vendrá por la violencia y el miedo a gran escala, sino por la saturación de estímulos, por el consumismo y el hedonismo. Por una parte, una persona sobreexpuesta a estímulos externos no tiene tiempo ni capacidad para la reflexión personal. Por la otra, en 2013, una persona que sí haya hecho ese esfuerzo de maduración de ideas puede verse paralizado por el miedo. El miedo a perder lo conseguido por sus padres. El miedo a bajar en la escala social, a perder un estatus. O simplemente el miedo a perder las migajas que le caen.

En el final de este artículo, creo que el escenario es peor. Orwell no tenía razón. Huxley tampoco. La tenían ambos.

La sociedad de consumo nos hace imbéciles. El miedo nos paraliza. Pensamos que siempre tenemos algo que perder más importante que nuestra libertad. Algo más importante que la simple capacidad de tener el control de nuestra propia vida, y de relacionarnos con los demás seres humanos en pie de igualdad.

Tenemos miedo de perder un poco. Mientras tanto, lo estamos perdiendo todo.

Adrião Morão

lunes, 2 de diciembre de 2013

¡Hoy toca competición de baile!

Suena el despertador y mi cuello dolorido por el duro entreno del día anterior se gira para ver la hora. Me levanto sin remolonear y con los ojos aun cerrados me preparo el desayuno. Café y tostadas. Desayuno mientras hierve la pasta para la comida, me dará energía! y si no me la da, mi lado psicológico se lo cree y me sentiré con más fuerza. En la habitación ya tengo el porta-trajes lleno de cristales de Swarosvski y la maleta preparada. Me visto con el chándal del club, llevo el mismo polar de siempre, la misma camiseta de siempre, mismos tenis;  me pongo una coleta y con mil bártulos salgo hacia donde nos recoge el bus.
Al llegar hay cien mil bultos como el mío, ropa verde y negra, algunos peinados y pestañas postizas entre la gente. Se respira ya la sensación de la competición, los nervios, los preparativos. Viaje de dos horas con risas, charlas, concentración...


Si hasta aquí ya era todo una rutina de domingos d competición, al llegar al pabellón el ritual lo cumplimos estrictamente: un café rápido para desconectar, un poco de esa "ensalada de pasta mágica" y me voy a encerrarme con mi pareja en el vestuario: Kilos de gomina, redecilla para el moño, pestañas postizas, sombras de ojos brillantes y carmín rojo.....Una hora de transformación si estoy inspirada y hay espejos en el polideportivo, porque en algunos casos sólo las instalaciones serían un tema del Blog.


                                   


















Hacemos un calentamiento. Sí! para bailar también calentamos: unas carreras, unos estiramientos, probamos la pista... Cada domingo sigo sintiendo los nervios de mis primeras competiciones con 12 años. Nervios por ser capaz de que mis ganas y mi pasión por el baile sean más fuertes que la presión por hacerlo bien, que no me permitiría disfrutar. Ya se acerca la hora, nos sentamos un poco antes de volver al vestuario, nos relajamos, nos concentramos.





















Llega el momento, me pongo mi vestido y el último paso para completar el look: Una engorrosa crema corporal que esconde lo blanca que soy. Sólo me falta ponerme mis sandalias y... ¡a la pista!

Fijo los ojos en Alberto, suena la samba, concentración y ganas de disfrutar. Cuatro bailes más, cada uno con su sentimiento, con su técnica, con su historia. Cuando me doy cuenta ya se ha acabado. La música....mi pareja....el público...

Por ahí está la frase de que si pudiera explicar lo que se siente no valdría la pena bailarlo...

Foto: Carlos Rodríguez Tellado

Foto: Carlos Rodríguez
Comentamos como ha salido, intentamos mejorar fallos para las siguientes rondas, y reponemos fuerzas.
Vamos llegando al final, últimas horas, entrega de premios, nervios de nuevo. Hoy tengo la satisfacción de que he disfrutado bailando. Trofeos, medallas, besos, felicitaciones...Ya son más de las 21 de la noche y casi no puedo andar entre el cansancio y el dolor de pies. Vuelvo al vestuario feliz, vuelvo a mi chandal y me voy despojando de esa segunda "Iria bailarina". El viaje de vuelta es muy relajado, me voy despegando las uñas mientras pienso en escribir esta entrada.


Es imposible resumir en unas líneas todas las emociones que vivimos y todo lo que rodea a este deporte-espectáculo, tras una jornada de competición lo he intentado y esto es lo que me ha salido.

No puede describirse mejor.... Hay que vivirlo!

Iria