En el 2001, en
Changanassery,en Kerala (India), en la época del monzón,
caracterizada por fuertes vientos y lluvias, cayó una lluvia de
color rojo que era, cuanto menos, sospechosa. Después de ésta,
varias lluvias rojas han tenido lugar en diferentes lugares del
planeta.
En un primer momento, los científicos del lugar atribuyeron este color a los fuertes vientos que habían podido arrastrar el polvo rojizo desde los desiertos de Arabia. Los meteorólogos, en cambio, hablaban de una corriente ecuatoriana que habría podido traer cenizas de un volcán situado en Filipinas. Sin embargo, y haciendo acopio del ver para creer, los científicos decidieron tomar muestras de la lluvia y analizarla. Para su sorpresa, el agua de la lluvia estaba limpia de partículas de polvo o cenizas. Sólo unas partículas rojas formaban parte de ella.
Además, las gentes
del lugar afirmaban haber escuchado un estruendo, similar a
truenos, antes de que la lluvia cayese.
Ante tal afirmación,
los científicos sopesaron la posibilidad de que dicho sonido fuera
el resultado de haber superado la barrera del sonido, por lo que
algún objeto debería haber viajado a velocidad superior a la del
sonido y, posteriormente, haber “ocasionado” la lluvia roja. Todo
esto llevó a considerar que dichas lluvias rojas no fuesen más que
lluvias con polvo procedente de restos de meteoritos desintegrados.
Así, el meteorito habría producido lo que se conoce como estampido
sónico al entrar en la Tierra y posteriormente, tras su
desintegración, habría dejado sus restos que luego caerían a la
superficie terrestre en forma de lluvia.
Y como todo, era
inevitable que hechos, a priori, tan anormales no provocasen la
curiosidad entre la comunidad científica.
Por ello, comenzaron a
investigarse estas partículas desde varios centros. Tras otro
análisis, se descubrió que, efectivamente, las partículas no eran
polvo, y que, en cambio, eran células biológicas con una estructura
bien definida.
¿Eran células rojas
vivas?
El astrobiólogo
Chandra Wickramasinghe, creador de la panspermia, la cual
defiende la vida más allá de la Tierra y considera también que los
organismos llegaron a la Tierra en cometas y aún a día de hoy
siguen trayendo organismos, empezó a investigar este fenómeno de la
lluvia roja, albergando la esperanza de encontrar en estos hechos una
prueba de sus creencias.
Después de diversos
estudios, se tuvo que abandonar la idea de que estas partículas eran
células, pues como todo ser vivo, deberían estar compuestas de ADN,
y éste no pudo ser encontrado. Por tanto, no podían ser células o,
al menos, no células tal y como las conocemos en la actualidad.
¿Sería posible que fuesen células extraterrestres?
Ante la negación de
creer en vidas más allá del planeta Tierra y ante el afán continuo
de búsqueda de la verdad, desde que se observaron esas lluvias en
India, las investigaciones no cesaron. Así, numerosos análisis
consiguieron abrir nuevos frentes en las pesquisas.
“Si fuéramos los
únicos en este Universo, sería un gran desperdicio de espacio”
Carl Sagan
Se observó que estas
partículas, estaban formadas por numerosas paredes gruesas lo
que las hacía muy resistentes. Con esto, los científicos
pensaron en la posibilidad de que fueran esporas. Éstas, se encargan
de la reproducción y son capaces de sobrevivir a condiciones
adversas. Por ello, la estructura de las células rojas con sus
múltiples paredes, hacía pensar que podrían ser esporas. Además,
la abundancia de líquenes cuyas esporas son rojas en Kerala,
apuntaba a que esta nueva teoría podría ser la correcta.
Teniendo en cuenta ahora
la resistencia de las paredes de las células rojas, y considerando
que éste podría haber sido el motivo por el cual no se habían
podido romper las paredes y encontrar ADN, decidieron realizar de
nuevo dichas pruebas. Así, en 2006, se encontró ADN en las
células . Estaban vivas.
Este nuevo
descubrimiento reforzó la teoría de las esporas. Sin
embargo, seguían sin resolverse dos hechos. Por un lado, la
resistencia que las células mostraban a altas temperaturas así como
su reproducción a 121ºC seguía sin tener sentido ya que,
hasta ahora, no se conocen organismos vivos que se reproduzcan a esas
temperaturas. Por otro lado, en caso de confirmarse que dichas
células son esporas, nada parecía explicar el elevado número en
que se encontraban, unas 50 toneladas de esporas, ¿ de dónde
venían?.
A día de hoy, y dado
que hace tiempo que la NASA rechazó financiar dichas
investigaciones, sigue sin saberse exactamente qué era esa lluvia
roja que alteró la vida cotidiana y a cierta parte de la comunidad
científica y que, a ciertas personas, las invitó a creer de nuevo
en la vida extraterrestre...
¿Tú qué opinas?
Jesica