Érase una vez una
mujer...
Está claro que hay cosas en la
vida que no nos gustan. Hay cosas con las que no se está de acuerdo
y cosas en las que es mejor que no estemos todos de acuerdo. Pero hay
límites. Hay barreras. Hay momentos en los que hay que tener
tolerancia CERO. Y ésta, como muchas otras de las que os iré
hablando en esta serie de “historias para no dormir”, es una de
esas cosas en la que, incluso aunque haya opiniones para todos los
gustos (algunos de los cuales me producen náuseas), debe de haber un
consenso, porque, como dije, hay momentos en la vida donde, yo por lo
menos, no considero que ser tolerante sea una opción.
No soy mujer. No según Gallardón,
que hace tiempo en una de sus muchas charlas en las que si estás
comiendo se te atraganta la comida, dijo que lo que a una mujer la
hace realmente mujer es el hecho de ser madre, y dado que aún no lo
soy ni sé si lo quiero ser, no soy mujer.
No soy mujer y si algún día decido
serlo tendré que tener cuidado de que mi decisión sea definitiva
pues no habrá vuelta atrás, no por lo menos para mí, para todas
las personas que no se puedan permitir pagarlo fuera de España, no
para todas aquellas menores que no puedan conseguir autorización,
no, no, no para demasiada gente.
Sí ,esta es la nueva España, un país
que está retrocediendo a pasos agigantados y en el que esta reforma
de la ley del aborto quiere volver a anular a las mujeres en su
capacidad de decisión, quiere volver a los tiempos en los que la
finalidad máxima de la mujer es dar vida. Así que preparaos chicas
que volveremos al hogar...
Me cabreo, y mucho. No lo entiendo. No
comprendo que a estas alturas de la vida y con todo lo que mucha
gente ha tenido que luchar para llegar a donde llegamos, así, sin
más, nos quiten todo, y nos lo quiten con una sonrisa y palabras
llenas de eufemismos baratos.
Pues sí, nos están quitando muchos
derechos. Y entre ellos, el aborto. Y por muchas vueltas que le den,
por mucho que digan que quieren proteger la maternidad (¡Ja!), la
realidad es bien distinta. La realidad es que sí, que una mujer
embarazada hoy en día sigue teniendo problemas a la hora de pedir
bajas, de conseguir trabajo, etc. Y, por supuesto, eso es otro punto
que hay que mejorar. Pero la protección de la maternidad no creo que
esté ligada a la decisión de abortar. Y eso es lo que nos han
querido vender, entre otras muchas bazofias. No entiendo. No veo que
hay de malo en poder decidir sobre el futuro de uno mismo y de lo que
será una parte de ella. No me cabe en la cabeza que vengan unos
cuantos señores trajeados a decirme a mí si puedo o no, si debo o
no. Y menos aún puedo entender cómo una señora puede luchar por
quitarle derechos y libertades a otra. Eso ya supera todos mis
entendimientos. Todos.
Quieres tener hijos, adelante. Quieres
tenerlos incluso si van a salir con deformaciones, incluso si la
calidad de vida de ese niño será, cuanto menos, cuestionable,
adelante. Pero no impidas que otras personas tomen la decisión
opuesta. No hagas que, incluso, tengan que arriesgar sus vidas para
conseguir algo que debería estar implícito en la definición de
país desarrollado. No hagas de una simple acción, un suplicio, una
vergüenza, una humillación. Porque al final, eso es lo que
conseguiremos. Humillarnos, ser humilladas, una vez más. Y
todo para que, al final, los principios en los que se basa esta
gentuza (no tiene otro nombre, no al menos otro nombre que no
sobrepase los límites del buen vocabulario), esas consideraciones de
asesinatos (¡Por favor!!!!), esas más que cuestionables ideologías
religiosas, se queden en tinta mojada cuando una de ellas quiera
abortar. Porque no nos engañemos, lo harán. Pero lo harán con
la dignidad que nos han quitado. Lo harán con los millones que nos
están robando y, por supuesto, lo harán a escondidas, para poder
seguir amargándoles la vida a millones de mujeres que no piden más
que poder decidir sobre su propia vida.
No, no y no.
Aborto es sagrado.
Jesica
No hay comentarios:
Publicar un comentario