sábado, 14 de febrero de 2015

Querido Cupido

Querido Cupido:

     ¿Cómo llevas la resaca de San Valentín? ¿Muchas quejas? He decidido que me dirigiría a ti en forma de carta a pesar de que tenga la absoluta certeza de tu inexistencia. Debo mencionar que hay excepciones. A veces apareces en tazas de desayuno (rodeado de corazones) o en peluches en los que, la verdad, tienes unas pintas bastante singulares.


     Lo cierto es que me encantaría que existieses y por eso hoy voy a asumir que así es. No quiero que lances flechas para conseguir que dos personas (hasta el momento desconocidas) estén juntas forever and ever y “pase lo que pase” (aunque no pase nada…NADA!). Me encantaría que contribuyeses a inculcar un poquito más esa visión realista y racional del amor. Una visión sana, libre y positiva.  Porque me da miedo el amor que se enseña y el amor que aprendemos. Me da miedo que tengamos que esperar a hacernos mayores para entender ciertas cosas y que, a veces, ni con madurez llegue el aprendizaje. Tengo miedo al dramatismo ante la falta de amor “romántico”. Miedo al prototipo de pareja de vestido blanco y frac negro. Miedo al miedo que se tiene de no encontrar con quién compartir la vida. Miedo a las personas que venden el miedo a tener miedo a no encontrar con quién compartir la vida. Me da auténtico pavor que, aunque pasen los años, las cosas no cambien o (lo que es peor aún) nos vendan que ya han cambiado cuando siguen igual que antes-Aquí mi saludo a los del Corte Inglés-.

     Cupido, Cupido... Tienes tanto trabajo por delante…

Iria