domingo, 4 de mayo de 2014

He caído en las redes del día de la madre...

    Pasé este 4 de mayo con la tranquilidad de mi toalla sobre la arena, orientada al sol y cerca del mar. Nunca he celebrado especialmente estos días de la madre, del padre, de san Valentín… Quizá es mejor que diga CASI nunca porque todas tenemos un pasado de cuadros de macarrones, ceniceros de barro y mensajes en cartulinas para demostrar que éramos las mejores hijas y novias del mundo.
    Digamos que yo soy de las que van por ahí diciendo la famosa frase (y no sólo lo digo, lo pienso de veras) de que el día de la madre son todos los días. Creo que no hay nada que agradecer por ser madre en sí, sino por la forma en la que es cada madre. Dicho de otra forma: lo importante no es el día de la madre sino el día de esa gran persona que, además, es mi madre. 
    Ahora, después de protestar, voy a hacer todo lo contrario a lo que digo que para eso la que escribe soy yo. No he podido evitar contagiarme del amor que se respira hoy en las redes sociales, en la calle, en la ropa de domingo y en los restaurantes por los que he pasado de camino a la playa. A medida que avanzaba el día, aumentaba mi sentimentalismo por mi querida mami. Así que me dije que de noche la llamaría diciéndole que ya sabe como soy y que no me gustan estos días… pero que la quiero mucho igual (y como antes… no sólo lo digo, lo siento de veras).
    Mientras pensaba en todas estas cosas pasó algo que distrajo mi atención. Justo detrás de mi toalla había una madre, de unos 70 años, con su hijo. El verano pasado coincidía con ellos todos los días, cada día ella bajaba con varias bolsas, la nevera, la sombrilla… y él, que rondará los 40, viene detrás con una gran sonrisa y la toalla en la mano, que coloca en la arena mientras la madre lo prepara todo. Él no habla pero hace todo lo que le dice su madre y lo que, para algunas personas serían dificultades, en ellos  son miradas de amor puro. Pues bien, estaban tomando el sol tranquilamente cuando llegó una amiga de la madre y tras saludarlos exclamó: - ¡Pepito!(le hablaba al hijo) ¿felicitaste a tu madre? ¡Tienes que felicitarla que hoy es el día de la madre! Pepito no habla pero, tras la exclamación de la señora, la madre se rió y dijo: -oh… ¿si? ¿Hoy es el día de la madre? ¡Pepito dame un beso! Acto seguido se acercó a Pepito, lo besó y ambos sonrieron. Pepito y su madre no suelen celebrar el día de la madre, pero que la señora se lo recordara sirvió para que se besaran. Me quedo con eso. No hacen falta comidas o regalos pero es imprescindible que lo que hagamos, lo hagamos de corazón.
    En fin, la historia de Pepito, los mensajitos de los amig@s del facebook y un pequeño pensamiento (de éstos que no se deben de tener) que me decía: “si los demás ensalzan públicamente el amor a su madre, ¡tú también!”. Así que yo le dedico todos estos pensamientos a mi mamá porque, además de ser mi madre, es una gran persona.
Feliz domingo!!

            La playa no es para ordenadores y por eso os dejo la prueba de mis reflexiones originales…

Iria