Soy borde o quizás no tengo paciencia, o quizás demasiada.
Pero no lo soporto. Me ponen nerviosa los niños que corretean por los bares
como animales salvajes y cuyos padres no hacen nada. Disculpe, he venido a
tomarme una caña relajadamente, gracias. Llévese a su hijo al Burguer King que,
aunque engorde, puede quemar las calorías en sus maravillosos parques
infantiles. Y no, no me mire así. Es su hijo, si quisiese uno lo tendría, y
créame que lo vigilaría. ¿Para qué se han creado los parques?... no lo soporto.
Y no se engañen, me encantan los niños, los de los demás,
dos minutos, dos besitos y hasta otro día.
No soporto a las madres coraje, pero no me refiero a las de
verdad, sino a las de pacotilla que se vuelven locas cuando les dices las
cuatro cosas, verdades como puños, de sus niños adorados que son pequeños lobos
con piel de cordero. Llamadme exagerada pero seguro que habéis pensado en más
de una de esas madres.
Sí, esas son. Las de “eso mi hijo no lo ha hecho”, “mi hijo
no miente eh”, mi hijo blablabla. Su hijo miente señora, como todos. Porque es
un niño pequeño, espabile.
Que yo entiendo, el niño es suyo y duele. Pero somos todos
mayorcitos, hemos sido niños y sabemos cómo va el juego. No seamos tan idiotas
de caer en sus trampas, que son pequeños pero, afortunadamente, no son tontos.
Y les encanta el chantaje emocional, no lo olviden.
Y si hay algo que me pone nerviosa de todas las actuaciones
de la madre coraje de pacotilla es la parte de “voy a menospreciar al profesor
para idolatrar a mi hijo”. Deberían, como padres responsables de la educación
de sus retoños, RESPETAR la figura de la persona que pasa, quizás, más horas
con su pequeño que usted. De esa que además de enseñarle las herramientas para
que algún día sea alguien le enseña a convivir. ¿De verdad creen que ganan algo
tirando por tierra el trabajo de los profesores? Y sí, hay de todo, hay algunos
que cogen manías (en el fondo somos personas y… ¿quién no ve realmente el que
es un tocapelotillas y el que no?), que explican fatal, etc. Pero oiga…si su
hijo suspende 5…casualidades de la vida que todo sea por los profesores, ¿no? Pero
no, se empeñan en creer y hacer creer que todo es culpa de ellos, desprendiendo
a sus hijos de toda culpa, impidiendo que maduren, que asuman sus
responsabilidades…así va el mundo…
Y con todo, y en estos tiempos, yo sigo siendo partidaria de
“una hostia a tiempo”.
Y sí, escandalizaos si queréis pero esto ya no es normal. Que un niño de 3 años mande más que sus padres…uff…hostia y verás que rápido hace lo dicho. Tranquilos, no llaméis a la policía, soy partidaria de la educación basándose en principios y de que a base de hostias no se aprende pero eso no quita que haya situaciones “extremas” en las que el niño necesite una llamada de atención que lo trastoque y donde diga…uy….esto no se puede hacer más. Y a veces, esa manera es la hostia a tiempo. Que vamos a ver, no seamos hipócritas, que parece que en este país es lo que más se lleva últimamente (y así nos va…), me atrevo a decir que prácticamente todos hemos recibido alguna vez esa famosa hostia y…nos acordamos bien, ¿a qué si? Nos acordamos porque vino tan inesperada que no entendimos, que nos dejó boquiabiertos. Y nunca más se nos olvidó el motivo de esa reacción. Yo aún me acuerdo y aquí estoy. Y me decían, ahí no se toca, y ahí no se tocaba. Pero ahora parece que juegan al gato y al ratón…y acabarán con vosotros, padres modélicos “mi hijo es el mejor”.
Ya lo dicen en las noticias, los casos de maltrato por parte
de hijos a padres están aumentando
increíblemente…o sea que ni tenemos que volver a la regla en la mano ni el
cinturón, no, no pero no podemos olvidarnos de la disciplina y la educación y
si hay que dar un cachetín, se da. Y punto.